En el vasto y fascinante reino de los productos derivados de la colmena, nos adentramos en un mundo lleno de maravillas naturales que van más allá de su dulce sabor. Desde la miel dorada que gotea con la esencia de las flores hasta el propóleo que resguarda la colmena con su poder protector, estos tesoros de la naturaleza ofrecen una sinfonía de beneficios para la salud que han sido valorados por siglos en las tradiciones culinarias y medicinales de diversas culturas alrededor del mundo.
La miel se define como un alimento natural con un alto valor nutricional y potencial farmacológico, producido por las abejas melíferas, a partir del néctar de las plantas o de las secreciones de las partes vivas de plantas o de excreciones de insectos chupadores de plantas en las partes vivas de las plantas. Está compuesta mayoritariamente por carbohidratos siendo los principales los monosacáridos tales como la fructosa y glucosa, representando el 85% de los sólidos de la miel, ya que es esencialmente una solución altamente concentrada de azúcares disueltos en agua (20%). También presenta polisacáridos y oligosacáridos (ej. sacarosa, maltosa, etc). Contiene alrededor de 200 sustancias distintas, con cantidades variables de: proteínas, aminoácidos (prolina, lisina, ácido glutámico y ácido aspártico), ácidos orgánicos (fosfórico, fórmico, málico, cítrico, láctico y oxálico), flavonoides (quercetina, kaempferol, pinobanskina, crisina, pinocembrina, galangina, fisetina, luteolina, etc.), vitaminas (A, K, D, E, C, del grupo B y ácido pantoténico), macro y micro minerales (fósforo, calcio, magnesio, potasio, sodio, selenio, cobre, manganeso, hierro, níquel y zinc), ceras, compuestos aromáticos, granos de polen, pigmentos y enzimas (α-glucosidasa, diastasa e invertasa). La calidad de la miel está determinada principalmente por sus propiedades físicas, características nutritivas y nutraceúticas, éstas varían de acuerdo a su origen botánico, climático, geográfico, técnicas de cosecha, maduración, conservación, razas de abejas y condiciones ambientales. Las propiedades bioactivas de la miel se deben a su alto contenido de compuestos polifenólicos, flavonoides y ácidos fenólicos; estos compuestos están asociados a la capacidad antioxidante, antibacteriana, antiviral, antiinflamatoria, prevención del pardeamiento enzimático y efectos cardioprotectores. Por lo tanto, los compuestos fenólicos de la miel confieren a este producto posibles efectos protectores contra diversas enfermedades, como cardiopatías, cáncer, aterosclerosis, infecciones e inflamación. La actividad antioxidante (AA) varía mucho dependiendo de la fuente floral de la miel, posiblemente debido a las diferencias en el contenido de metabolitos secundarios de la planta como polifenoles y actividades enzimáticas. Se han reportado diversos componentes dentro de la miel que juegan un papel significativo en la AA, tales como la glucosa oxidasa, catalasa, ácido ascórbico, ácidos orgánicos, productos de la reacción de Maillard, aminoácidos, proteínas, ácidos fenólicos y flavonoides.
Entre las propiedades antimicrobianas de la miel se relacionan principalmente a su acidez, pH, a su osmolaridad y a la generación peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) derivado de procesos enzimáticos vía glucosa oxidasa; y a otros compuestos entre lo que destacan enzimas como catalasa o lisozima, así como ácidos fenólicos y flavonoides, y péptidos bioactivos de bajo peso molecular. Entre otras cualidades de la miel presenta propiedades terapéuticas, empleándose tópicamente contra quemaduras y úlceras en la piel, siendo un agente tópico ideal, ya que no se adhiere a la superficie de la herida, cada uno de sus componentes actúan en conjunto participando de manera sinérgica para lograr la cicatrización total de la herida. Por otra parte, las propiedades físicas de la miel crean una barrera y un medio ambiente local húmedo, permitiendo el aseo quirúrgico eliminando el tejido necrótico y escaras, favoreciendo la cicatrización de la herida. La miel se utiliza en la gastronomía (incorporándola a dulces, endulzantes de bebidas o en infusiones), a nivel industrial se utiliza para endulzar fórmulas lácteas, como vehículo para la preparación de jarabes, cosméticos y productos de higiene personal. Destacar que la miel proporciona en promedio 304 kcal/100 gramos; mientras que la sacarosa (azúcar de mesa) proporciona 380 kcal/100 gramos, es decir; en la misma cantidad de gramos la miel aporta un menor contenido de calorías junto con destacar que su poder edulcorante es 1,2 a 1,3 veces superior a la de la sacarosa. El formato de comercialización de la miel es muy variado; incluyen contenedores entre lo que se encuentran frascos de vidrio, envases y potes plásticos, tarros tipo conserva, bolsas, cajas y en sachet para consumo individual. Se vende principalmente en supermercados, seguidos de la industria alimentaria, cosmética y farmacéutica, y una pequeña participación de las tiendas gourmet.
El término polen deriva del latín “pollen-inis”, que significa “polvo muy fino” o “flor de harina”. Corresponde al elemento masculino de la flor, los granos de polen son recolectado por Apis mellifera desde las flores de diversas especies removido por movimientos complejos entre las patas y los apéndices bucales, compactado con néctar en las corbículas de sus patas posteriores y transportado a la colmena. El polen es necesario para la reproducción de las plantas, es por ello que las abejas juegan un rol importante en el mantenimiento de la biodiversidad de las plantas, asegurando la reproducción y diversidad genética. El polen apícola es una mezcla de “pellets” de polen de diferentes colores. El color del polen varía en función de la especie vegetal de donde procede, siendo generalmente amarillo o marrón claro, aunque también se han encontrado de color blanco, violáceo o negro. Su composición suministra los nutrientes necesarios para el crecimiento y desarrollo de las abejas, principalmente para la producción de crías, más que para la producción de energía.
Para cosechar el polen desde las colmenas, es necesario obligar a las abejas pecoreadoras a que pasen por una rejilla de malla pequeña, con el objetivo de desenganchar el polen de las patas posteriores, que luego cae a un recipiente situado debajo de la trampa, conocido como cesta de polen.
La variación existente entre los componentes químicos del polen apícola es muy amplia, depende en gran medida del origen botánico, geográfico y de las condiciones climáticas. Debido a esta variación se han establecido estrictas normas de control de calidad en su comercialización. En el país, el polen ha sido categorizado de acuerdo a su origen botánico; es por esto que el Instituto de Nacional de Normalización (INN) cuenta con la normativa “Polen apícola - Calidad de la colmena para polinización y diferenciación del polen según origen botánico”. Donde la tipificación y clasificación que presenta el polen, es en función del origen botánico y geográfico de las especies vegetales utilizadas por las abejas.
Durante la evolución, las flores han proporcionado a los insectos polinizadores pólenes cada vez más personalizados, atendiendo a sus necesidades nutricionales específicas; por lo tanto, son una fuente extremadamente rica de micronutrientes, poseen un equilibrio de aminoácidos que es extremadamente raro en el mundo vegetal y están muy cargados de sustancias protectoras (ej. polifenoles, carotenoides, selenio, fitosteroles, vitaminas hidrosolubles y liposolubles. No obstante, sus principales componentes suelen ser: agua (4-8%), carbohidratos (60%), proteínas (7-37%), lípidos (1-20%) y cenizas (2,5-6,5%). Esa diversidad de componentes convierte al polen en un alimento “Único y completamente perfecto”, puesto que contiene todos los aminoácidos esenciales para los humanos y aún no ha podido ser sintetizado por el hombre. El polen ha ganado creciente interés en las últimas décadas por sus diferentes propiedades, tanto terapéuticas, antioxidativas, antifúngicas, anticariogénicas y por su potencial uso como alimento funcional en la industria alimentaria dadas por sus propiedades nutricionales. Diversas investigaciones han reportado que la actividad antioxidante del polen de abejas recolectado ha sido reconocida como un captador de radicales libres e inhibidor de la peroxidación de lípidos. Respecto a la actividad antimicrobiana del polen, evalúo extractos de polen en la actividad sobre diversas bacterias (Bacillus cereus, Staphylococcus aureus, Salmonella typhi y Escherichia coli) y levaduras (Zygosaccharomyces bailii, Zygosaccharomyces rouxii, Zygosaccharomyces Mellis y Candida magnoliae); encontrando que todos los extractos evidenciaron efectividad sobre estos microorganismos. Un estudio realizado por Montenegro (2013) analizó la correlación entre el polen y las propiedades bioactivas de la planta de origen, reportó que el polen proveniente del colliguay (Colliguaya odorifera) y quillay (Quillaja saponaria) demostraron mayor actividad antioxidante y contenido de compuestos fenólicos, frente al polen proveniente de otras especies nativas como el quisco (Echinopsis chiloensis) y huingán (Schinus polygamus). Adicionalmente, el polen es un producto de elevado valor ecológico, ya que para que un grano de polen sea formado, las abejas deben realizar cientos o incluso miles de vuelos de polinización (Valdés, 2014). También posee compuestos con cualidades colorantes y contenido de biocomponentes tales como carotenoides y flavonoides, lo cual lo hace una materia prima apropiada para la obtención de un colorante natural para la industria alimentaria (Salazar and Díaz, 2016). El polen se acepta como una sustancia nutracéutica por sus compuestos fenólicos y su alta actividad antioxidante. Las sustancias biológicamente activas que posee, como las antocianinas, carotenoides y flavonoides, son compuestos con propiedades antioxidantes científicamente probadas según su origen.
El propóleo se conoce comúnmente como el “pegamento de abeja”, que es un nombre genérico que se refiere a la sustancia resinosa acumulada por las abejas desde diferentes tipos de plantas mezclada con la saliva, enzimas y otras secreciones propias. Presenta una consistencia viscosa variable, dependiendo de su origen y clima del lugar de recolección. Su coloración puede variar desde amarillo claro a pardo oscuro; presentando aroma penetrante, sabor acre y a veces incluso amargo. La palabra “propóleo” se deriva del griego “pro” que significa defensa y “polis” que significa ciudad o comunidad. Esta resina es utilizada para sellar agujeros y grietas, y en la reconstrucción de la colmena. También, se usa para alisar la superficie interna de la colmena, mantener una temperatura interna de la colmena (35°C), evitando la intemperie y la invasión de los depredadores. Además, es usado como un protector natural contra microorganismos patógenos y hongos, debido a su composición química donde destacan compuestos bioactivos.
El propóleo es el tercer producto más importante de la colmena. Se han identificado una amplia variedad de compuestos químicos, identificándose más de 300, siendo los principales resinas y bálsamos (50-55%), ceras (25- 35%), aceites volátiles (10%), polen (5%), minerales y sustancias orgánicas (5%). Entre estas últimas se han detectado ácidos orgánicos, ácidos fenólicos, aldehídos aromáticos, cumarinas, compuestos fenólicos como flavonoides (flavonas, flavonoles, flavanonas, flavononoles), minerales (magnesio, Mg; calcio, Ca; potasio, K; sodio, Na; cobre, Cu; zinc, Zn; manganeso, Mn; hierro, Fe) y vitaminas A, B1, B2, B3 y B6. Sin embargo, la composición química de este producto apícola es bastante compleja y variable, ya que depende de la flora, las condiciones geográficas y climáticas de la zona de recolección, además está ligado a la calidad del propóleos, debido a que la flora contribuye en algunas de las propiedadesfísicas como el color, sabor, textura y punto de fusión. El método de recolección tradicional, es recolectando mediante raspado en los bastidores de los cuadros, método bastante inconveniente, ya que el producto podría verse afectado por contaminación con impurezas. Actualmente existen unas rejillas para la recolección de propóleos que se colocan debajo de la tapa de la colmena; consisten en una lámina de plástico o metálica con ranuras, las cuales son rellenadas con propóleos por las abejas, lo que permite su fácil retiro y recolección. Posteriormente se congela y una simple presión sobre ellas permite que el propóleo se desprenda fácilmente. El propóleo posee una gran variedad de propiedades medicinales, entre las cuales se encuentra su capacidad cicatrizante, anestésica, antiinflamatoria, antibacteriana antimicótica y antiviral, vasoprotectora y antitumoral. Una de las características más relevante, es la capacidad antioxidante (inactiva radicales libres, inhibición de algunas reacciones de oxidación que son perjudiciales a nivel celular) y sus propiedades anti-fúngicas, permitiendo que no se generen resistencias y eliminen de manera crucial los hongos tanto de plantas, animales y humanos. En la actualidad hay más de 90 productos a base de concentrado de propóleo, tales como jabón de baño, champú, pasta dental, enjuague bucal, cremas faciales, cosméticos, pomadas, ampolletas y suplementos alimenticios.
La jalea real es un producto natural, segregada por las glándulas hipofaríngeas de la cabeza de las abejas obreras jóvenes, de entre 5 y 15 días; la cual se mezcla con secreciones estomacales y que sirve de alimento a todas las larvas durante los primeros tres días. Sólo la abeja reina y las larvas de celdas reales, que darán origen a una nueva reina son alimentadas con jalea real. La royalactina es la glicoproteína más importante en la jalea real, permitiendo el cambio morfológico de una larva en abeja reina. Esta sustancia es considerada como “super-alimento”, es la razón principal de la longevidad de la abeja reina en comparación con las otras abejas. Es una emulsión semifluida, viscosa, de consistencia gelatinosa, de aspecto lechoso; opalescente, color amarillo pálido o blancuzco, de sabor ácido ligeramente picante, astringente, no dulce, de olor fenólico, y con reacción ligeramente acida.
Sus componentes principales son agua (50-60%), carbohidratos (15-30 %), proteínas (27-41%), lípidos (8-19%), cenizas (0,8-3%), vitaminas C, E, A, y B; minerales (1,5%). La jalea real contiene ocho de los nueve aminoácidos importantes, sólo carece de triptófano (Strant et al., 2019). Posee variedad de componentes bioactivos, como el ácido 10-hirdoxil2-decenoico (10HDA), componente lipídico que tiene propiedades inmunomoduladoras y reconocido como parámetro de autenticidad. La investigación liderada por Ramadan and Al-Ghamdi (2012), permitió identificar los compuestosmonofosfato de adenosina (AMP) y óxido N1 de monofosfato de adenosina; los cuales se les atribuyen propiedades anti-edad, antialérgicas e hipoglicémicas. La royalisina, es un péptido antibacteriano que tiene un efecto antimicrobiano contra las bacterias Gram positivas y negativas. Se ha demostrado que la jalea real posee numerosas propiedades funcionales, como actividad antibacteriana, actividad antiinflamatoria, actividades vasodilatadoras e hipotensoras, acción desinfectante, actividad antioxidante, actividad antihipercolesterolémica y actividad antitumoral; debido a la presencia principalmente a los compuestos fenólicos (flavonoides). La extracción de la jalea real debe realizarse durante el período de mayor actividad de la colmena, es decir, cuando haya máxima floración, para no afectar el consumo interno de la colmena. La cantidad de jalea real producida, estará relacionada con la fortaleza de la colonia, época del año y alimentación estimulante. La cantidad producida por una colmena puede ser de 500 gramos anuales. Debido a su composición, la jalea real es altamente susceptible a degradación por la presencia de luz, oxígeno, humedad y particularmente calor, favoreciendo al enranciamiento de sus compuestos grasos. La jalea real constituye una materia prima valiosa para la industria farmacéutica, alimentaria y cosmética, como la gammaglobulina en su estructura es un factor en la lucha contra la infección y el fortalecimiento del sistema inmunológico. El contenido de 10-HDA tiene un fuerte efecto antibiótico contra muchas bacterias y hongos. También se ha reportado actividades farmacológicas antitumorales, antibióticas, estrogénicas y neurogénicas del 10-HDA. Es bien sabido que la jalea real se ha utilizado con éxito en oncología, psiquiatría y neurología, geriatría, reparación de tejidos óseos y cartilaginosos, rigidez vascular, urología, especialmente en el tratamiento de la infertilidad y protección de la piel Morita et al., (2012) reporto que la ingesta de jalea real durante 6 meses mejora la eritropeyesis, tolerancia a la glucosa y la salud mental en humanos.
Es una sustancia segregada por abejas jóvenes, entre 12 y 30 días de edad, desde glándulas ventrales que tienen en la parte inferior del abdomen, y se sintetiza como una reducción de azúcares de origen alimentario. La cera recién producida por las abejas tiene un color blanco, pero va adquiriendo un color amarillento a medida que entra en contacto con los colorantes provenientes del propóleo y del polen. La cera es un material extremadamente complejo, contiene más de 300 sustancias diferentes, está compuesta principalmente por ésteres de ácidos grasos superiores y alcoholes. La cera producida por las especies de Apis mellifera y Africana adansoni, tienen la misma composición, pero en diferentes proporciones. Esta diferencia podría estar relacionada con el origen de la cera de abejas, ya que factores ambientales y geográficos desempeñan un papel importante en la adaptación de las abejas, en consecuencia, en la composición de la cera.
Las fases del proceso de fabricación de la cera de abejas son: las abejas comen miel, y en el intestino se absorben las moléculas de los azúcares (6 carbonos). De allí pasan al interior de su cuerpo, donde son transformados en fragmentos pequeños (2 carbonos). Luego, en las glándulas cereras, se recombinan de diferente manera para formar por un lado los ácidos grasos e hidrocarburos (entre 14 y 41 carbonos), y por otro lado, los esteres y los alcoholes de la cera (entre 28 y 54 carbonos). La mezcla de estos productos es lo que se conoce como cera de abejas. La fabricación de cera a partir de la miel tiene un costo de entre 4-12 Kg de miel por cada Kg de panal construido por las abejas. La dureza de la cera de abejas es un importante factor de calidad: cuanto más dura sea la cera, mejor será su calidad. La cera es un material inerte con gran plasticidad a una temperatura relativamente baja (alrededor de 32°C). En cambio, a esta temperatura la mayoría de las ceras vegetales son mucho más duras y de estructura cristalina. Al calentarse, las propiedades físicas de la cera cambian. A 30-35°C se vuelve plástica, a 46-47°C se destruye la estructura de un cuerpo duro y entre 60-70°C comienza a fundirse. El calentamiento a 95105°C conduce a la formación de espuma superficial, mientras que a 140°C las fracciones volátiles comienzan a evaporarse. Un calentamiento más prolongado o temperaturas más elevadas provocan una mayor degradación y pérdida de ésteres. Estos cambios influyen en las características físicas de la cera. Tras el enfriamiento, la cera de abejas se encoge aproximadamente un 10%. La cera es insoluble en agua y resistente a muchos ácidos. Es soluble en la mayoría de los disolventes orgánicos (acetona, éter, benceno, xilol, tolueno, benceno, cloroformo y tetraclorometano). Sin embargo, a temperatura ambiente no se disuelve completamente en ninguno de estos disolventes, pero al calentarse por encima del punto de fusión de la cera es fácilmente soluble en todos ellos, y también en etanol. Los bloques de cera o cerones se venden en bruto a las industrias especializadas, que se encargan de elaborar nuevas láminas estampadas y preparadas para colocar en los cuadros a introducir en las colmenas. La venta de los bloques de cera de abeja está en retroceso, el coste relativamente alto en comparación con otras ceras vegetales o industriales, ha causado inseguridad de la calidad de las ceras estampadas donde usualmente son adulteradas (mezclándola con parafina de diferentes puntos de fusión, ácido esteárico, sebo animal, etc), y también, debido a la probabilidad de que las láminas estampadas provengan de ceras contaminadas (residuos de las abejas, polillas o ceras viejas enranciadas), que afecten la sanidad de la colmena. Por ello, se observa cada vez una mayor presencia de apicultores que estampan su propia cera. La cera de abeja apícola puede tener dos orígenes; Cera de panales (proveniente de la renovación de panales o de las colmenas que han dejado el panal) y cera de opérculos (del sello que cierra las celdillas de miel), siendo esta última la de mayor interés en el mercado. La cera se destina para la industria cosmética, la farmacéutica, en medicina y en fabricación de pinturas. La cera blanca figura en la composición de cremas, astringentes, de limpieza, blanqueadoras, así como de máscaras para el rostro. Constituye una excelente sustancia que sirve de base concentradora para la mayoría de los cosméticos.
La apitoxina (Figura 54) es el veneno secretado desde el abdomen de las abejas obreras, quienes lo emplean como medio de defensa contra depredadores y para el combate entre ellas. Una abeja puede inyectar hasta 0,1 mg de veneno a través de su aguijón. El veneno de abeja es una mezcla relativamente compleja de secreciones ácidas y básicas; donde sus efectos se deben a una mezcla de proteínas, principalmente al polipéptido citotóxico melitina y apamina, junto con enzimas como la fosfolipasa A2 y la hialuronidasa, histamina y la dopamina. También contiene glucosa y fructosa, fosfolípidos y aceites volátiles, los cuales causan dolor cuando se evaporan en el lugar de la picada con el aguijón.
La obtención de la apitoxina se realiza utilizando en el piso de la piquera, una esponja cubierta por unos hilos desnudos de cobre por los que se hace circular una corriente eléctrica pequeña a intervalos, donde las abejas al entrar reciben la descarga y clavan el aguijón en la esponja pudiendo recuperarlo después; poco a poco van quedando en las esponjas las gotas de veneno que luego se recogen al estrujarlas. Las colonias sometidas a esta producción suelen aumentar la agresividad de forma notable, conviene tenerlo en cuenta e instalarlas lejos de las zonas habitadas para prevenir ataques. El contenido de veneno y el porcentaje de compuestos varían entre individuos de diferentes colonias, teniendo un rendimiento promedio de 1 gramo de veneno anual por 20 colonias.
Por un lado, la apitoxina causa alergias, pero al mismo tiempo es un antibiótico muy activo. En general, las terapias con veneno de abejas son curativas y profilácticas, porque además de aliviar diversas enfermedades (artritis, asma, bocio, bursitis, epilepsia, esclerosis múltiple, hipercolesterolemia, malaria, mialgia intercostal, neuritis y neuralgias, reumatismo, síndrome premenstrual, úlceras, etc.) actúan sobre todo el organismo y aumentan la inmunidad. Su actividad se atribuye a sus diferentes componentes; por ejemplo, la melitina es hipotensora, hemolítica y causa contracción de músculos lisos y estriados, y junto con la apamina, aumenta el cortisol. La hialuronidasa aumenta la permeabilidad de los vasos sanguíneos. Estudios recientes confirman que la melitina puede reducir significativamente la glucosa en sangre a través de la secreción de insulina y la captación de glucosa en modelos animales. A continuación, se muestran algunas imágenes de los diferentes productos que contienen apitoxina que se comercializan a nivel nacional y mundial.